martes, 8 de noviembre de 2011

Las palabras y el chi

El otro día me mandaron uno de esos powerpoints encadenados, con una agradable música de fondo, imágenes chulas y mensajes sacados de algún libro. Cada uno de los mensajes la verdad es que tenía algo que decir, pero sobre todo hacía incapie en las palabras y el silencio. Decía que cuando hablamos parte del chi se va con cada palabra, si no tenemos algo realmente importante que decir es simplemente energía perdida, y eso me dio que pensar.

Según la wikipedia: En la cultura china tradicional el (chino simplificado: 气, chino tradicional: 氣, pinyin: , literalmente «aire, aliento, disposición de ánimo», pronunciado "chi" [tɕʰi˥˩] en mandarín estándar) es un principio activo que forma parte de todo ser vivo y que se podría traducir como "flujo vital de energía".

Si es cierto que con cada palabra usada invertimos un poco de nuestra energía vital, la humanidad desperdicia una ingente cantidad de energía en cada momento. Eso me hace pensar en el uso que hacemos del lenguaje, como le atribuimos importancia a las palabras, tienen poder, que por otra parte es lógico si están compuestas de energía vital. Les damos demasiada importancia a las palabras, como ha dicho esto, como me afecta lo otro, somos nosotros los que hacemos que la energía que usa el de enfrente en hablar tenga un resultado. Sin embargo no solemos gestionar bien el poder que le damos a los demás, dejamos que el ego actue en innumerables ocasiones, les permitimos que nos ofendan, que nos hagan sentir inferiores, permitimos que la energía que usan active emociones negativas en nosotros, y a su vez nosotros utilizamos nuestra energía en defendernos de esos ataques, cuanto desperdicio. Nosotros somos los que damos el poder, nosotros dejamos que esa energía nos afecte. El silencio suele ser la mejor respuesta a la mayoría de las palabras, la lastima es que yo aprendí ha hablar desde muy pequeñito y desde entonces no he parado.

Sin embargo, como seres miedosos y débiles que solemos ser, dejamos que la energía negativa nos afecte e invertimos la propia en combatirla, pero nos volvemos de alguna manera impermeables frente a las palabras amables, al cumplido sincero. Una mala palabra nos provoca una reacción mayor que 10 buenas, no se si sera el sentimiento de conservación y supervivencia que nos hace estar alerta, o el propio miedo a que lo que digan sea verdad y no tenga excusas para recrearme en mis fingidas miserias, en lugar de enfrentarme al mundo con todas mis bondades, quedandome sin nadie a quien culpar. Aunque también puede ser que yo sea un exagerado.

Supongo que por eso me suelo molestar cuando hablo con alguien y no me hace caso, estoy invirtiendo energía de manera estéril, tendré que empezar a cuidar mucho más mis palabras, para que estas puedan dar paso a mis hechos.

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